Las palabras “vida sana”, esconden una infinidad de matices. Cómo en tantos otros aspectos, la lógica y el saber vivir nos pueden guiar por un camino de satisfacciones o, si no se usan, por los vericuetos del sufrimiento.
En la era de la información, ingente cantidad de mensajes nos bombardean por doquier. El tema de la salud no está al margen de este fenómeno. Hay muchísimas fuentes, no todas de calidad, de donde podemos obtener conocimientos. Esto en sí no es negativo. El problema no radica tanto en la cantidad de información a nuestra disposición, sino en nuestra capacidad de digerirla y en tener el suficiente criterio para saber encontrar la adecuada y criticarla, pudiendo, de esta forma, extraer unas conclusiones acertadas.
Si no se elige con criterio ¿os habéis fijado lo difícil que resulta llevar una vida sana?. Si hacemos caso de tantos datos, a veces contradictorios, no podríamos comer casi de nada, porque llevan infinidad de conservantes, colorantes, plaguicidas, grasas saturadas, azúcares refinados o transgénicos. De beber ni os cuento: que si alcohol, azúcares, colas y un largo etcétera.
Empezamos desde pequeñitos. Los biberones hay que esterilizarlos. ¿Porqué?. No hay ninguna razón científica para hacerlo. He preguntado a los pediatras porqué lo recomiendan y han tenido que reconocer que no existe ninguna razón acreditada, sólo la costumbre. Como hace un siglo, la principal causa de mortalidad infantil eran las diarreas y el aumento de la higiene en la población ha conseguido terminar con esta lacra, pues se recomienda sin ton ni son. Pues no es así. Basta con limpiar los biberones con detergente normal y aclararlo adecuadamente. La desinfección es completa y no quedan restos del desinfectante con el aclarado.
Seguimos con las obsesiones por el deporte, con horas de gimnasio en nombre de la calidad de vida. Evitar los contagios de los niños, lavarse demasiado a menudo, impedir las caídas en los críos para que no se hagan daño, tomar calcio para la descalcificación, suspender la sal para mejorar la tensión, tomar mucha agua para el riñón, no tomar mariscos o pescados por el ácido úrico, dietas vegetarianas estrictas, sufrimiento por los tres Kg de más que tenemos, preocupación continua por todo lo que remotamente pueda significar enfermedad y un sinfín de aspectos para llevar una vida sana. Siguiendo todos los consejos tenemos posibilidades de vivir más, ¿pero vivimos mejor?. Cantidad versus calidad de vida.
En el otro extremo está el que no se cuida absolutamente nada. Pésima alimentación, nada de ejercicio, poca higiene, tóxicos para el cuerpo. Las posibilidades de tener muy mala calidad de vida a partir de los 60 años son muy altas. Por supuesto que todos conocemos la excepción, pero sólo es eso, excepción.
Lo ideal es encontrar el equilibrio. Ni obsesionarse por la salud ni llevar una vida desordenada. No me gustan los cientos de consejos que se dan en los medios de comunicación porque suelen tener el efecto contrario al que persiguen: “si para estar sano tengo que hacer estas doscientas cosas, no hago ninguna”. Prefiero recomendar sólo tres cosas:
1. Dieta rica y variada. Comer de todo pero sin grandes cantidades. Sabremos si comemos más de la cuenta cuando engordamos.
2. Hacer ejercicio, pero sin matarse. Es suficiente con una hora de gimnasia tres o cuatro veces por semana. El tipo de ejercicio puede ser un mantenimiento general, Pilates, aeróbico con un poco de tonificación muscular, aquagym, natación, etc. Osea, un ejercicio que incluya todos los músculos del cuerpo junto con ejercicio aeróbico (andar, bicicleta, etc).
3. Evitar tóxicos: drogas y tabaco. El alcohol en cantidades moderadas (una o dos copas de vino o una cerveza diaria) es magnífico para la salud. En mayores cantidades se convierte en un tóxico que hay que evitar. (Yo no cumplo este apartado, cachis, el tabaco).
La otra parte de la vida sana consiste en aprender a vivir sin sufrir. Esto es más complicado de exponer en un pequeño espacio. Pero en este blog voy colgando reflexiones al respecto.
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